Dije que iba a escribir, bah, me lo dije a mi misma. Hace
unas semanas le conte una historia de terror improvisada a mi novio mientras tratábamos
de dormir, me dijo que le engancho asi que nada, a eso voy.
El silencio de los perros
Era muy tarde, por la
noche. Acostumbraba a volver a esa hora del trabajo casi todos los días;
solamente eran 5 cuadras de la parada del bus a mi casa, y ya estaba
acostumbrada a hacerlas sola. Esa noche hacia mucho frio y recuerdo que había
un silencio algo extraño, pero no me di cuenta enseguida del porqué. Llegada a
la primera esquina, con mi gas pimienta en mi mano, me doy cuenta lo que me
perturbaba de aquel ambiente tan callado, era lo profundidad de aquel silencio.
Generalmente, mejor dicho, todas las noches que volvía del trabajo, si bien había
una gran calma, se podían escuchar ruidos aislados, una televisión encendida, un gato en
algún techo… pero, lo quemas hacían ruido, eran los perros que ladraban al
pasar.
Esos siempre estaban,
protectores de hogares, y siempre ladraban cuando osabas pasar por su lado,
incluso muchos asomaban el hocico en busca de alguna mano desprevenida a la
cual morder. Siempre me sobresaltaban los de mitad de cuadra, ya que olvidaba
que estaban allí por completo. Pero esa noche no.
Ya iba por la mitad de la segunda cuadra
cuando escuche los pasos de tacos a mis espaldas. Me sobresalte de inmediato al
sentirlos, ya que estaba centrada en el silencio de los perros, que era tan
inusual. Apreté con fuerza el gas pimienta, pero enseguida me relaje un poco,
eran tacos, no eran pasos de hombre, por lo cual no me daba la impresión de ser
violador, y si era una ladrona, no iría a robar con tacos; es más, siendo tan
tarde y con ese calzado, seguro era también una trabajadora como yo; pero aun
así, teniendo los miedos normales que tiene una chica cualquiera caminando sola
a esas horas de la noche, al llegar a la tercera esquina me acomode discretamente
la cartera y la campera, para ver sobre mi hombro aunque sea si era una mujer o
no y, en efecto, a unos metros detrás míos, pude vislumbrar una silueta
femenina, pero no más que eso.
Mi cuerpo se relajó,
pero rápidamente volví a tensionarme, en la siguiente cuadra, la cuarta, estaba
aquel animal sacado de pesadillas, el cual decían que era un perro pero yo tenía
mis dudas, ya que tiene fácilmente 3 veces el tamaño de un perro normal. Ese
siempre que pasaba asomaba más de la cabeza de lo que parecía ser un viejo alambrado
oxidado y con muchos agujeros por donde el bicho metía el hocico. La noche
anterior el perro había logrado sacar una de sus patas de ahí, y si no hubiese
sido por que me largué a correr, probablemente el perro me hubiese atrapado,
aunque sea mi campera. Ese perro no estaría callado.
Pero había tanto
silencio, ni una tele, ni un gato, ni un ronquido, solo los pasos de tacos a
unos metros detrás mio.
Tragué saliva, al
acercarme a casa, pude ver como el alambre seguía doblado para afuera, pero no había
señales del perro. Al acercarme pude escuchar un ruido, diferente al de los
tacones de fondo y al del latido de mi corazón… era el llanto del perro, que
con miedo se asomaba detrás de un silencio tan tétrico. Mi cuerpo quiso parar y
verlo, porque mi mente no se lo creía, pero mis pies me obligaron a seguir
caminando. ¿Qué podía asustar a semejante bestia del Inframundo?. Mientras debatía
internamente, un pensamiento surgió en mi cabeza tan rápido y tan letal que me
helo por completo la sangre y me di cuenta del porque el silencio me parecía tan
perturbador y me dejaba intranquila.
Acelere el paso, obligándome
a no correr, mientras el terror me invadía; ¿Cómo era posible que no escuchase
a la mujer acercarse y situarse a unos pocos metros? El silencio hacia que
escuche hasta el latir de mi sangre, esas pisadas de tacones, aparecieron de la
nada a mitad de cuadra y… parecía que entre más aceleraba el ritmo, más lo hacían
esas pisadas, así que no pude contenerme y eche a correr, mientras escuchaba
que la mujer lo hacía también, y, cuando parecía que estaba a pocos pasos míos,
logre meterme en el hall de mi edificio, y con un rápido giro, observe detrás de
la puerta de vidrio, no había nadie allí.
Solo el silencio y la
oscuridad.